En los 80, cuando alguien entraba a trabajar en una empresa, le daban un ordenador de pantalla verde y si quería trabajar en algún documento, tenía que hacerlo desde un servidor corporativo. Después, los empleados empezaron a poder descargar documentos en sus ordenadores, pero claro, nunca se sabía cuál era la última versión, con los riesgos que ello conllevaba. Esto hizo que gran parte de la información y el conocimiento de la empresa residiese en los ordenadores de los empleados, lo que obligó a adoptar medidas de seguridad, como la encriptación de datos, que en ocasiones hacía que la velocidad del ordenador recordase a la de los 80. Muchas empresas se dieron cuenta de que el servidor no se utilizaba y, además, era muy caro de mantener, así que prescindieron de él. Y ahora las compañías están empezando a utilizar potentes soluciones bautizadas recientemente como “la nube”.

¿Por qué hemos vuelto al pasado en este aspecto? Recordemos que la tendencia “retro” se ha manifestado de una forma muy marcada en sectores como la moda, la decoración y el turismo. Así que no es extraño que el sector informático se haya sumado a esta tendencia. Lo importante es conocer los motivos.

Más espacio a menos coste

El precio de almacenar la información, sea del tipo que sea, bajó tanto que resultaba más económico almacenar datos en ordenadores individuales. Antes un megabyte valía 500 € y ahora 3 terabytes cuestan menos de la mitad. Como consecuencia, resultaba mucho más barato almacenar en el ordenador la información, tanto personal como profesional. Las fotos personales hace ya mucho tiempo que no se revelan. Guardamos miles de fotos digitales y ni siquiera nos tomamos la molestia de borrar las defectuosas. Para qué. Tenemos espacio de sobra y sólo imprimimos en alta resolución de forma muy puntual. ¿Y qué ha sido de los CDs que decoraban las estanterías de todas las casas? Se han convertido casi en objeto de coleccionista. Primero guardábamos la música en discos duros y ahora la escuchamos en Spotify, que sólo dos años después de salir al mercado tenía 10 millones de usuarios. Otras formas de ocio, como las películas, tampoco han escapado a esta “epidemia”. Después de abandonar masivamente las salas de cine debido a los precios abusivos y la crisis (con descensos en la recaudación del 20%), empezamos a guardar nuestras películas favoritas en discos duros y ahora nos estamos dejando conquistar por soluciones como Netflix, que por una tarifa plana mensual razonable, nos permite ver las series y películas que elijamos en cada momento y, lo más importante, sin publicidad.

De la oficina a la nube

La información profesional también ha pasado por un proceso semejante. Antes se guardaban los documentos de los empleados y la empresa, así como los envíos importantes que se recibían, en el ordenador de cada persona. Ahora se contratan nubes de distinto tipo. En este sentido, aún no hay un líder claro en el segmento de almacenamiento de información en entornos profesionales. Mientras no surja, existen soluciones que nos permitirán ser más flexibles y rápidos a la hora de adaptarnos al sistema de almacenamiento que decidamos contratar. Buen ejemplo de ello son las soluciones de software documental. Muchas de estas soluciones permiten digitalizar todos los documentos de la empresa, con las consiguientes ventajas: se reduce el espacio físico necesario para almacenar los documentos y los costes asociados y, sobre todo y más importante, se mantiene el control sobre la información y se garantiza su seguridad. De esta forma, el cliente se asegura de que todos los documentos están donde deben estar, no se “traspapelan” en los ordenadores de los empleados y tampoco caen en manos de proveedores externos.

Llegados a este punto, es importante establecer una diferencia significativa de enfoque a la hora de contratar servicios en la nube. Hay particulares y empresas que utilizan sistemas como iCloud de Apple o OneDrive de Microsoft. El problema es que estas soluciones no son válidas para todas las empresas. Hay muchas compañías que manejan información delicada y confidencial (p.e. bancos, consultoras, aseguradoras, hospitales) y todavía no confían en el nivel de seguridad de estos entornos dirigidos principalmente al consumidor final. Prefieren que su información esté centralizada, pero en servidores sobre los que tienen control absoluto, es decir, en su “nube privada”. Estas empresas lo que necesitan es un software que les ayude a clasificar y mantener la información y que, al mismo tiempo, cumpla con sus elevados estándares de seguridad. En este sentido, queda por delante mucho camino por recorrer. Los gigantes tecnológicos deberían realizar mayores esfuerzos por satisfacer las necesidades de seguridad de los clientes más exigentes.

Mientras el negocio de almacenamiento de información se desarrolla, hay que ir preparando el terreno. Las empresas que tengan herramientas y políticas de almacenamiento de información adecuadas serán más ágiles para adaptarse a cualquiera de los tipos de entornos en la nube actuales o futuros. Lo que está claro es que todas tendrán que cargar su información en una nube antes o después.

Fuentes:

André Klein
Consultor Freelance para DocPath