Madrid, 18 de enero de 2023 – La necesaria transformación digital del sector sanitario plantea varios retos. Tradicionalmente ha sido una industria rezagada en términos de digitalización, pero las nuevas e imparables tendencias, impulsadas por la reciente pandemia de COVID-19, han hecho que la digitalización de servicios médicos ya no sea una opción, sino un imperativo. Las empresas sanitarias deben ponerse al día a medida que nuevos e innovadores actores entran en el mercado.
Las tendencias que están modelando el sector sanitario tienen que ver tanto con la digitalización como con cambios en el propio entorno. Entre las tendencias digitales cabe destacar la aparición de nuevos competidores online, el aumento de capacidades Big Data y la mayor importancia de las estrategias digitales y multicanal. Además, en el entorno se percibe un cambio de enfoque hacia la prevención, el evidente envejecimiento de la población, el aumento de las enfermedades crónicas y el incremento en el gasto sanitario y en políticas de bienestar.
Todas estas tendencias han puesto el foco en los pacientes, que pasan a ocupar el centro del escenario a lo largo de todo el proceso de atención médica. La digitalización también es un reto para ellos, que deben adaptarse a un nuevo entorno con nuevos procesos, herramientas y canales. El proceso de atención sanitaria a los pacientes podría dividirse en seis fases: educación y prevención, reserva de citas, diagnóstico y pruebas, tratamiento, seguimiento y pago.
Los pacientes se cuidan más, tratan de llevar una vida más sana y buscan información en internet y portales específicos sobre alimentación y deporte. Cuando identifican algún síntoma, conciertan una cita con un profesional sanitario de su elección tras leer reseñas y puntuaciones a través de plataformas o páginas web de médicos concretos donde tienen acceso a la agenda de citas.
Gracias a la telemedicina interactiva, los médicos valoran por videollamada la situacióne informan de los resultados de las pruebas encargadas. Durante el tratamiento, los pacientes reciben recetas electrónicas y piden a farmacias online los medicamentos, que reciben cómodamente en su casa. Los médicos también pueden dar de alta a los pacientes telemáticamente y remitirlos a otros especialistas.
Para realizar un seguimiento de su salud, los pacientes tienen a su disposición herramientas digitales inteligentes que también les envían recordatorios y alertas. Finalmente, pueden pagar el coste de las pruebas de diagnóstico y del tratamiento a través de internet, ya sea por pago directo o a través de su aseguradora privada. En definitiva, se han producido muchos cambios en muy poco tiempo.
Pero los que más han cambiado han sido los pacientes y esto a su vez plantea importantes retos a las empresas del sector. Sobre todo a raíz de la pandemia de COVID-19, y “enseñados” por grandes distribuidores online como Amazon, los pacientes actuales esperan que las empresas sanitarias se ajusten a sus preferencias y necesidades individuales.
Las expectativas son ambiciosas, ya que los pacientes esperan tener acceso ubicuo e inmediato a todos los servicios, conseguir fácilmente el producto que desean a cualquier hora, encontrar contenidos personalizados y pertinentes, y entablar una relación estrecha con los proveedores de servicios sanitarios. También esperan interactuar con influencers, blogueros y marcas del sector, y conocer cómo y dónde se fabrican los productos.
Y todo esto obliga a gestionar una enorme cantidad de datos de los pacientes. Esto significa que el gran reto de la digitalización del sector sanitario conlleva otro no menos importante: la seguridad y protección de los datos personales.
En la actualidad, datos confidenciales y sensibles de los pacientes surcan la red a toda velocidad y, en su camino, pueden toparse con la larga mano de los ciberdelincuentes. Por eso la legislación se ha endurecido y se han promulgado nuevas leyes y normativas como el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD), que aspira a proteger la información de pacientes, usuarios y trabajadores sanitarios allí donde hay mayores riesgos. Por ejemplo:
- Las pulseras que llevan algunos pacientes manejan información personal como el peso, la estatura o las calorías consumidas.
- La medicina personalizada y preventiva obliga a recabar datos sensibles para realizar investigaciones.
- Las aplicaciones de salud gestionan todo el historial médico de los pacientes desde el móvil, donde pueden saber si deben pincharse insulina a una hora determinada o si les toca revisión de alguna patología crónica.
- Los servicios de teleconsulta permiten gestionar en remoto todo el proceso de atención al paciente, incluidos audios y vídeos.
Además, por si fuera poco, el RGPD introduce un nuevo elemento con información sumamente delicada: el consentimiento informado. Ya no vale con una conformidad verbal ni sobreentendida; el consentimiento debe ser expreso y recogerse por escrito, lo cual aumenta sustancialmente la cantidad de documentos con datos confidenciales. Historiales médicos, recetas, resultados de pruebas, notificaciones… todo es importante y todo debe almacenarse y clasificarse. También hay que establecer permisos de acceso y tratamiento. Y cuando hay fisuras en este proceso, los ciberdelincuentes las aprovechan, sabedores de la importancia y valor de esos datos.
Esos datos que los pacientes proporcionan en sus interacciones sanitarias se convierten en un tesoro para los piratas informáticos. De hecho, el sector sanitario fue el que recibió más ciberataques el año pasado. Entonces, si somos conscientes de todo esto, ¿por qué sigue sucediendo?
- Porque las empresas del sector utilizan soluciones de software
- Los empleados no poseen los conocimientos necesarios para proteger los datos .
- Además, como cada vez hay más datos, el tamaño de la diana se ha agrandado y es más fácil dar en el blanco y robar datos valiosos.
Hay que protegerse lo máximo posible y dedicar esfuerzos y recursos a garantizar la seguridad durante la identificación, encriptado, almacenamiento, acceso, autentificación, trazabilidad e intercambio de los datos. En el mercado negro, un historial médico vale tanto o más que los datos de una tarjeta bancaria.
Sin duda, las empresas del sector sanitario que apuesten claramente por la ciberseguridad y realicen grandes inversiones en este ámbito podrán posicionarse como líderes en el futuro y de paso evitar graves multas por incumplir las cada vez más estrictas y numerosas normativas nacionales y europeas en materia de protección de datos.
No existe el riesgo cero, pero a las empresas sanitarias les conviene confiar en soluciones de software avanzadas, que garantizan la seguridad de los documentos y la información, gestionan con fiabilidad los derechos de acceso, aseguran la trazabilidad de los documentos y, en definitiva, permiten afrontar con éxito las amenazas de la red.
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